Érase una tarde templada en el barrio chino, un servidor siente el irrefrenable deseo de comer algo. Y cuando un gordo dice “comer algo”, se refiere a LO QUE VENGA! Pero, eso sí, seamos honestos, hablamos de cosas gordas, MUY GORDAS.
Me decidí (en realidad me dejé atrapar por el primer puesto de venta de comida que se cruzó por mi camino) por una brochet de salchicha frita china. Una porquería, pero gorda y chorreante de aceite y muy poco saludable, de esas que lo acercan a uno cada vez más al paraíso de los gordos, ese lugar en el que uno come sin engordar y sin sufrir de patadas al hígado.
En eso, cuando ya había pagado y no había vuelta atrás (porque además de gordo soy amarrete) la veo, estaba cruzando la esquina, sí, venía hacía mí; no hacía mí directamente, iba pal lado donde yo estaba, digamos.
Dentro de mi una voz muda gritaba: “Apurate chino, apurate! Dame tiempo a correr y que no me vea comiendo esto, por favor! APURATE, si te encargaban a vos la muralla china todavía estas tirando la plomada por favor”
- Sírvase! (en un sorprendentemente perfecto castellano dijo finalmente el chino).
Rapidísimo me doy vuelta, salchicha en mano, y no la veo. Que alivio. Sería un papelón de los peores presentarme ante ella, las más delicada flor, morfando semejante coso, menos mal que no me vio, habrá pasado de larg…
- Te ví, jajajja (dijo ella sonriendo o riéndose de mí, que es lo más probable)
- Hola (…)
- Te ví, jajajja (dijo ella sonriendo o riéndose de mí, que es lo más probable)
- Hola (…)
Pausa y pregunta.
Qué dijo el gordo? Qué debe decir un gordo cuando esto pasa?
- Querès? (estirando la mano para mostrar una salchicha frita chorreante de salsa de soja y calorías horripilantes).
- NO (gritó casis desesperada), eh... gracias.
- Querès? (estirando la mano para mostrar una salchicha frita chorreante de salsa de soja y calorías horripilantes).
- NO (gritó casis desesperada), eh... gracias.
Esto me trajo un recuerdo de hace muchos años, a mis tiernos 19, cuando siendo yo casi flaco, concerté una cita con dos rubias divinas y un amigo.
Las chicas se hicieron esperar mucho (como corresponde a dos rubias que están más que para el crimen, para un asesinato serial), el negro y el futuro gordo que era yo en ese entonces, cansados de esperar en el coqueto bar, nos cruzamos a un carrito a clavarnos unos soberanos choripanes.
Cuando le clavamos la primera mordida, siento en mi hombro de futuro gordo un leve toque. Giro, y al girar raudamente, mitad de un chorizo se desprende del choripan y efectúa una un giro que orbita el aire hasta caer sobre la remerita divina de una de las rubias en cuestión, para rebotar luego sobre el pie de la otra que estaba (si es esto posible) más buena que la primera. Ambas pusieron la peor cara de asco que pueda existir.
Pausa y pregunta.
Qué dijo el futuro gordo? Qué debe decir un futuro gordo cuando esto pasa?
- De coger ni hablar, no?
- De coger ni hablar, no?
Como habrás visto, la ridiculez no discrimina, ataca a Gordos y a flacos por igual!
Hasta la próxima.
PD: Mí peso? Bien gracias!
obvio que no discrimina. mi ridiculez debe pesar mucho más que yo!!!
ResponderEliminarConozco muchos flacos que en ridiculez me gana y por muchísimo!
ResponderEliminarJajajaja la pregunta sutil, Chorch!
ResponderEliminarAy cómo me hiciste reír! jaja. Y es tan difícil que me ría así, un día Martes a la hora del almuerzo (con hambre)y desde el trabajo, que no queda otra, pero bajo ninguna excepción, que seguirte a muerte.
ResponderEliminarY te sigooooo!
Buenísimo tu blog!
Abrazo
Muchas gracias Cleopatra, en breve retomaré la escritura. Un vacaciones que me relajaron y engordaron más me mantuvieron lejos del teclado.
ResponderEliminarSos el mas grande chorch, posta. todos sabemos que los sos, abrazo!!!
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